
La segunda mitad de los 80’s me pilló en plena emigración a tierras norteñas, y allá perdí mi equipo de música. Algún hijo de su madre entró en mi casa y sólo se llevó mi cadena estéreo, de modo que me tiré casi diez años sin oír mis Lp’s. Pero seguí comprando alguno (a mayor gloria de las sociedades de gestión que tanto se empeñan ahora en joribiar al personal) como el que hoy os comento, de una chiquita rubia que cantaba como si fuera negra,...