Encontré esto por ahí, quiza ya se publico acá, o acaso ya todo dios lo sepa,
el caso es que conocí el caso de Tanya Andersen
cuando la demandaron y ahora me entero del resultado.
Me tomo la libertad de copiar y pegar, porque no hay nada que añadir,
el autor es suficientemente explícito.
Permítanme que me RIAA
La historia de Tanya Andersen, una discapacitada (aunque muy capacitada) estadounidense, no tiene desperdicio: fue denunciada por la RIAA (Sociedad de derechos de autor) por descargarse música de manera “ilegal”. Amenazada por esta asociación, se le dió la “oportunidad” de pagar una pequeña multa de entre 4.000 y 5.000 dólares para verse libre de la demanda que la obligaría a afrontar una multa mayor, de cientos de miles de dólares por los perjuicios causados a la industria al haberse descargado música.
Tanya, (cuya discapacidad no conocemos pero sí tenemos claro que los debe tener bien puestos) optó por ir a juicio antes que pagar los 4.000 dólares para llegar a un acuerdo. Los abogados de la RIAA no parecen tenerlos tan bien puestos como ella, porque le propusieron retirar la demanda si nuestra heroína acordaba no emprender acciones legales contra ellos. Tanya no aceptó y la RIAA fue condenada a abonar los costes del juicio, alrededor de 300.000 dólares.
No contenta con esto, Tanya contratacó demandando la RIAA, la SSC, MediaSentry, Warner Music Group, EMI Group, Sony BMG Music Entertainment, y Universal Music, al considera que los datos recopilados por MediaSentry por encargo de la RIAA y que sirvieron para iniciar la campaña de acoso judicial contra particulares podían contener errores que pueden haber llevado a acusar de forma errónea a unas 8.000 personas. Además, los abogados de Tanya van a denunciar a la RIAA por cargo de conspiración, negligencia y abuso en proceso judicial, solicitando 5 millones de dólares de compensación.
La RIAA puede verse atrapada por la misma campaña judicial que inició, ha conseguido la antipatía de millones de usuarios en todo el mundo y puede verse condenada a desembolsar millones de dólares, para aderezar su ridículo más absoluto. El cazador cazado.
Artículo de Business Week traducido en GurusBlog