A veces me siento perdido.
Aún en las situaciones más frustrantes, he vivido lo más intensamente que he podido y me planto ante el último tercio de mi vida con más nervios que nunca.
A veces no sé ni qué creer sobre mi mismo; cuanto más lo pienso, más perdido me encuentro.
En ocasiones, oigo voces.
Busco. Miro hacia el lugar de donde surgen, giro la cabeza para que el oído quede enfilado, subiéndose de puntillas sobre el sonido . . . ¡no estoy solo!
Me acerco, entrecortado el suspiro por la emoción. Presiento ya el gusto dulzón de los sentimientos...