B. S. O.
Franz
Schubert in 1825
(painting by Wilhelm August Rieder)
Yet, despite his bad health, poverty and depression, Schubert continued to turn out the tuneful, light and gemütlich music that made him the toast of Viennese society: the song cycle Die schöne Müllerin, the octet for string quartet, contrabass, clarinet, horn and bassoon, more than 20 songs, and numerous light pieces for piano.[4]
After 1820, Schubert returned to the string quartet form, which he had last visited as a teenager. He wrote the one-movement Quartettsatz in 1820, and the Rosamunde quartet in 1824 using a theme from the incidental music that he wrote for a play that failed. These quartets are a huge step forward from his initial attempts.[5] Even Schubert recognized this fact; in July 1824, he wrote his brother Ferdinand of his earlier quartets, "it would be better if you stuck to other quartets than mine, for there is nothing in them..."[6] There are several qualities that set these mature quartets apart from Schubert's earlier attempts. In the early quartets, it is primarily the first violin that carries the melody, with the other instruments playing supporting roles; in the later quartets, the part writing is much more advanced, and each instrument brings its own character and presence, for a more complex and integrated texture. Also, the later quartets are structurally much more integrated, with motifs, harmonies, and textures recurring in a way that ties the entire work together.[7]
Der Tod und das Mädchen, Hans Baldung Grien, 1517
But beyond these technical improvements, Schubert in these later works made the quartet medium his own. "He had now ceased to write quartets to order, for experimental study, or for the home circle," writes Walter Willson Cobbett. "To the independent artist... the string quartet had now also become a vehicle for conveying to the world his inner struggles."[8] For Schubert, who lived a life suspended between the lyrical, romantic, charming and the dramatic, chaotic, and depressive, the string quartet offered a medium "to reconcile his essentially lyric themes with his feeling for dramatic utterance within a form that provided the possibility of extreme color contrasts," writes music historian Homer Ulrich.[9]
Schubert wrote the D minor quartet in March 1824,[10] within weeks of completing the A minor Rosamunde quartet. He apparently planned to publish a three-set volume of quartets; but the Rosamunde was published within a year, while the D minor quartet was only published in 1831, three years after Schubert's death, by Diabelli.[11] It was first played in January 1826 at the Vienna home of Karl and Franz Hacker, amateur violinists, apparently with Schubert on the viola.[12]
Listado de Temas:
Franz Schubert’s
Death and the Maiden, Quartet in D minor D 810
Keller Quartet
01 - Quartet in D minor D 810: Allegro - 17:15 min.
02 - Quartet in D minor D 810: Andante Con Moto - 13:46 min.
03 - Quartet in D minor D 810: Scherzo - Allegro Molto - 03:42 min.
04 - Quartet in D minor D 810: Presto - 09:08 min.
Wojciech Kilar's
Death and the Maiden B.S.O.
English Chamber Orchestra, Dir. Harry Rabinowitz
05 - Paulina's Vigil - 02:38 min.
06 - Paulina's Theme - 03:46 min.
07 - Paulina's Escape - 00:56 min.
08 - Roberto Trapped - 00:54 min.
09 - Paulina's Revenge - 03:31 min.
10 - Paulina In Charge - 01:11 min.
11 - Paulina's Secret - 02:44 min.
12 - Roberto's Last Chance - 03:27 min.
13 - The Confession - 04:50 min.
13 Temas - Tiempo Total: 01:07:48
flac @ 631 - 294,02 MB
E.A.C. ByNapi#18
El Cielo Y El Dedo
http://ElCieloYElDedo.blogspot.com/
Reviews:
Wojciech Kilar
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/29/actualidad/1388353964_260964.html
Wojciech Kilar, música al servicio del miedo
Fue uno de los más destacados vanguardistas musicales de Polonia y compuso bandas sonoras para películas de Coppola, Polanski, Champion y la mayoría de los grandes directores polacos
El compositor que puso música a 'Drácula' y 'El pianista'
Wojciech Kilar, compositor polaco de fama internacional por las bandas sonoras que creó para películas de Roman Polanski y Francis Ford Coppola, falleció ayer a los 81 años en su ciudad de residencia, Katowice, en el sur de Polonia. Kilar padecía un cáncer desde hacía varios años.
Kilar era uno de los más apreciados y premiados compositores polacos contemporáneos. A lo largo de su medio siglo de carrera artística fue autor de partituras de muy diversos géneros, del concierto a la sinfonía, pasando por el ballet, aunque el inconfundible estilo de las obras que compuso para el cine haya eclipsado en gran medida el resto de su obra.
Su nombre empezó a ser conocido por el público no especialista a partir de 1992, cuando Francis Ford Coppola le propuso componer la banda de su Drácula. Aquella partitura le valió el premio al mejor compositor de música cinematográfica de la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores. Parece que Coppola no le había marcado directrices demasiado precisas para la composición, y sorprendido al recibir la obra, le preguntó qué hacía falta para escribir aquella música. Kilar le replicó: “Basta con vivir en Katowice”.
Kilar nació en 1932 en lo que entonces era la capital de la Silesia polaca, Lwow, y actualmente es la ciudad ucrania de Lviv. Tras la deportación de la población polaca en 1944, la familia se estableció en Rzeszow, donde el joven Kilar, estudiante de piano, empezó a familiarizarse con la obra de Ravel, Debussy y Zymanowski. En 1948 se instaló en Katowice, donde fijaría su residencia y donde entre 1955 y 1958 amplió sus estudios de piano y composición con Boleslaw Woytowicz, que le marcó profundamente. De aquella época data también su primera obra publicada, Mala uwertura [Pequeña obertura] (1955).
Tras concluir su formación con Woytowicz, entre 1959 y 1960 ese periodo tomó lecciones de la maestra de compositores Nadia Boulanger en París. Empezó su carrera musical como un versátil compositor neoclasicista, tan hábil en la escritura polifónica que había estudiado con Woytowicz como en las complejidades de la sinfonía concertante, pero a partir de 1962 empezó a interesarse por las técnicas más innovadoras (Riff 62) y la música vocal (Diphthongos, de 1964 y Upstairs/downstairs, de 1971). Su producción de aquella época, que una crítica calificó de “constructivismo sonorista”, estableció su reputación como uno de los principales músicos de vanguardia de Polonia. En ese periodo compuso también un ballet inspirado en la obra de Poe, Maska czarnej smierci [La máscara de la muerte negra] (1961).
Sin embargo, en los setenta simplificó su estilo compositivo y empezó a escribir obras inspiradas en el folklore (Krzesany, Siwa mgla, Orawa) que se incorporaron a los repertorios internacionales y con los que cosechó un éxito apreciable. También empezó a crear música sacra (Bogurodzica [La madre de Dios], Angelus o Victoria).
Desde finales de los años cincuenta Kilar empezó a componer partituras para el cine. Arrendaba su talento a lo que consideraba “la forma artística contemporánea más común” en atención a tres criterios, por este orden: la reputación del director, el salario y el guion. Con arreglo a ellos, trabajó para directores polacos de la talla de Andrzej Wajda, Krzysztof Kieslowski o Krzysztof Zanussi, que rodó una película biográfica sobre el músico. Pero tras el filón de la banda sonora de Drácula, cuyos temas se cuentan entre los más citados musicalmente en otras películas, sus características progresiones de bajos y violonchelos se incorporaron también a filmes como La novena puerta (1994), la multipremiada El pianista (1999) y La muerte y la doncella, (2002), de Polanski; Retrato de una dama, (1996) de Jane Champion; o La lista de Schindler, que utilizó en su tráiler un tema de Kilar, Éxodo. También firmó la partitura de La noche es nuestra (2007), de James Gray.
http://www.rtve.es/noticias/20131229/muere-compositor-polaco-wojciech-kilar-autor-banda-sonora-pianista/835341.shtml
Muere el compositor polaco Wojciech Kilar, autor de la banda sonora de 'El pianista'
Ha muerto en Katowice a los 81 años tras una larga enfermedad
Participó en más de 160 filmes, incluyendo Dracula de Bram Stoker
Una imagen del compositor fallecido tomada en octubre de 2009.EFE/EPA/TOMASZ GZELL POLAND OUT
EFE 29.12.2013
El compositor polaco Wojciech Kilar, autor de bandas sonoras de películas como El pianista del director Roman Polanski o Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola, ha fallecido este domingo en Katowice (sur de Polonia) a los 81 años tras una larga enfermedad, informó la agencia de noticias polaca PAP.
Kilar, que participó en la música de más de 160 filmes, se hizo mundialmente famoso al participar en la película "El pianista" firmada por su compatriota Polanski, lo que le valió en 2002 de un premio César a la mejor composición, otorgado por la Academia de Cine francés.
Otras películas importantes para las que escribió la banda sonora fueron La muerte y la doncella también de Polanski o Retrato de una dama, de la cineasta Jane Campion.
El músico nació el 17 de julio de 1932 en Lemberg, localidad actualmente perteneciente a Ucrania pero que estuvo bajo dominio polaco hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939.
Kilar comenzó su formación musical en la Academia de Cracovia (sur de Polonia) antes de perfeccionar su educación en París donde estudió composición con la compositora y pianista Nadia Boulanger.
Posteriormente se encuadraría dentro de los movimiento artísticos vanguardistas, participando en 1957 en los Curso de Verano para una Música Nueva en Darmstadt (oeste de Alemania).
Finalmente se dedicó a la composición de obras para orquestas entre las que se cuenta su Sinfonía de Septiembre finalizada en 2003 en recuerdo de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre.
En mayo de 2012 Kilar recibió la Orden del Águila Blanca, el reconocimiento más alto que puede otorgar el estado polaco.
Death and the Maiden
Wojciech Kilar
- 1994 -
Reviews:
(painting by Wilhelm August Rieder)
https://en.wikipedia.org/wiki/String_Quartet_No._14_(Schubert)
The String Quartet No. 14 in D minor, known as Death and the Maiden, is a piece by Franz Schubert that has been called "one of the pillars of the chamber music repertoire." Composed in 1824, after the composer suffered through a serious illness and realized that he was dying, it is Schubert's testament to death. The quartet is named for the theme of the second movement, which Schubert took from a song he wrote in 1817 of the same title. The theme of death is palpable in all four movements of the quartet.
The quartet was first played in 1826 in a private home, and was not published until 1831, three years after Schubert's death. Yet, passed over in his lifetime, the quartet has become a staple of the quartet repertoire. It is D 810 in Otto Erich Deutsch's thematic catalog of Schubert's works.
Composition
1823 and 1824 were hard years for Schubert. For much of 1823 he was sick, some scholars believe with an outburst of tertiary stage syphilis, and in May had to be hospitalized.[2] He was also without money: he had entered into a disastrous deal with Diabelli to publish a batch of works, and received almost no payment; and his latest attempt at opera, Fierabras, was a flop. In a letter to a friend, he wrote,
Think of a man whose health can never be restored, and who from sheer despair makes matters worse instead of better. Think, I say, of a man whose brightest hopes have come to nothing, to whom love and friendship are but torture, and whose enthusiasm for the beautiful is fast vanishing; and ask yourself if such a man is not truly unhappy.[3]
The quartet takes its name from the lied "Der Tod und das Mädchen", D 531, a setting of the poem of the same name by Matthias Claudius that Schubert wrote in 1817. The theme of the song forms the basis of the second movement of the quartet. The theme is a death knell that accompanies the song about the terror and comfort of death.
Der Tod und das Mädchen,
Hans Baldung Grien, 1517
The Maiden:
"Oh! leave me! Prithee, leave me! thou grisly man of bone!
For life is sweet, is pleasant.
Go! leave me now alone!
Go! leave me now alone!"
Death:
"Give me thy hand, oh! maiden fair to see,
For I'm a friend, hath ne'er distress'd thee.
Take courage now, and very soon
Within mine arms shalt softly rest thee!"[13]
But it is not only this theme of the quartet that recalls death. The quote from the song "makes explicit the overriding theme of the work, its bleak vision and almost unremitting foreboding," writes Andrew Clements.[14] From the violent opening unison. the first movement runs a relentless race through terror, pain and resignation, ending with a dying D minor chord. "The struggle with Death is the subject of the first movement, and the andante accordingly dwells on Death's words," writes Cobbett.[15] After a scherzo movement, with a trio that provides the only lyrical respite from the depressing mood of the piece, the quartet ends with a tarantella – the traditional dance to ward off madness and death. "The finale is most definitely in the character of a dance of death; ghastly visions whirl past in the inexorable uniform rhythm of the tarantella," writes Cobbett.[15]
So strong is the association of death with the quartet that some analysts consider it to be programmatic, rather than absolute music. "The first movement of Schubert's Death and the Maiden string quartet can be interpreted in a quasi-programmatic fashion, even though it is usually viewed as an abstract work," writes Deborah Kessler.[16] Theologian Frank Ruppert sees the quartet as a musical expression of Judaeo-Christian religious myths. "This quartet, like so many of Schubert's works, is a kind of para-liturgy," he writes. Each movement is about a different episode in the mythic process of death and resurrection.[17]
Analysis
The quartet throughout is characterized by sudden dramatic shifts from fortissimo to pianissimo, from the lyrical to the compelling and dramatic. A driving undercurrent of triplets is a recurring motif in all four movements.[18]
The String Quartet No. 14 in D minor, known as Death and the Maiden, is a piece by Franz Schubert that has been called "one of the pillars of the chamber music repertoire." Composed in 1824, after the composer suffered through a serious illness and realized that he was dying, it is Schubert's testament to death. The quartet is named for the theme of the second movement, which Schubert took from a song he wrote in 1817 of the same title. The theme of death is palpable in all four movements of the quartet.
The quartet was first played in 1826 in a private home, and was not published until 1831, three years after Schubert's death. Yet, passed over in his lifetime, the quartet has become a staple of the quartet repertoire. It is D 810 in Otto Erich Deutsch's thematic catalog of Schubert's works.
Composition
1823 and 1824 were hard years for Schubert. For much of 1823 he was sick, some scholars believe with an outburst of tertiary stage syphilis, and in May had to be hospitalized.[2] He was also without money: he had entered into a disastrous deal with Diabelli to publish a batch of works, and received almost no payment; and his latest attempt at opera, Fierabras, was a flop. In a letter to a friend, he wrote,
Think of a man whose health can never be restored, and who from sheer despair makes matters worse instead of better. Think, I say, of a man whose brightest hopes have come to nothing, to whom love and friendship are but torture, and whose enthusiasm for the beautiful is fast vanishing; and ask yourself if such a man is not truly unhappy.[3]
The quartet takes its name from the lied "Der Tod und das Mädchen", D 531, a setting of the poem of the same name by Matthias Claudius that Schubert wrote in 1817. The theme of the song forms the basis of the second movement of the quartet. The theme is a death knell that accompanies the song about the terror and comfort of death.
Der Tod und das Mädchen,
Hans Baldung Grien, 1517
The Maiden:
"Oh! leave me! Prithee, leave me! thou grisly man of bone!
For life is sweet, is pleasant.
Go! leave me now alone!
Go! leave me now alone!"
Death:
"Give me thy hand, oh! maiden fair to see,
For I'm a friend, hath ne'er distress'd thee.
Take courage now, and very soon
Within mine arms shalt softly rest thee!"[13]
But it is not only this theme of the quartet that recalls death. The quote from the song "makes explicit the overriding theme of the work, its bleak vision and almost unremitting foreboding," writes Andrew Clements.[14] From the violent opening unison. the first movement runs a relentless race through terror, pain and resignation, ending with a dying D minor chord. "The struggle with Death is the subject of the first movement, and the andante accordingly dwells on Death's words," writes Cobbett.[15] After a scherzo movement, with a trio that provides the only lyrical respite from the depressing mood of the piece, the quartet ends with a tarantella – the traditional dance to ward off madness and death. "The finale is most definitely in the character of a dance of death; ghastly visions whirl past in the inexorable uniform rhythm of the tarantella," writes Cobbett.[15]
So strong is the association of death with the quartet that some analysts consider it to be programmatic, rather than absolute music. "The first movement of Schubert's Death and the Maiden string quartet can be interpreted in a quasi-programmatic fashion, even though it is usually viewed as an abstract work," writes Deborah Kessler.[16] Theologian Frank Ruppert sees the quartet as a musical expression of Judaeo-Christian religious myths. "This quartet, like so many of Schubert's works, is a kind of para-liturgy," he writes. Each movement is about a different episode in the mythic process of death and resurrection.[17]
Analysis
The quartet throughout is characterized by sudden dramatic shifts from fortissimo to pianissimo, from the lyrical to the compelling and dramatic. A driving undercurrent of triplets is a recurring motif in all four movements.[18]
Yet, despite his bad health, poverty and depression, Schubert continued to turn out the tuneful, light and gemütlich music that made him the toast of Viennese society: the song cycle Die schöne Müllerin, the octet for string quartet, contrabass, clarinet, horn and bassoon, more than 20 songs, and numerous light pieces for piano.[4]
After 1820, Schubert returned to the string quartet form, which he had last visited as a teenager. He wrote the one-movement Quartettsatz in 1820, and the Rosamunde quartet in 1824 using a theme from the incidental music that he wrote for a play that failed. These quartets are a huge step forward from his initial attempts.[5] Even Schubert recognized this fact; in July 1824, he wrote his brother Ferdinand of his earlier quartets, "it would be better if you stuck to other quartets than mine, for there is nothing in them..."[6] There are several qualities that set these mature quartets apart from Schubert's earlier attempts. In the early quartets, it is primarily the first violin that carries the melody, with the other instruments playing supporting roles; in the later quartets, the part writing is much more advanced, and each instrument brings its own character and presence, for a more complex and integrated texture. Also, the later quartets are structurally much more integrated, with motifs, harmonies, and textures recurring in a way that ties the entire work together.[7]
Der Tod und das Mädchen, Hans Baldung Grien, 1517
But beyond these technical improvements, Schubert in these later works made the quartet medium his own. "He had now ceased to write quartets to order, for experimental study, or for the home circle," writes Walter Willson Cobbett. "To the independent artist... the string quartet had now also become a vehicle for conveying to the world his inner struggles."[8] For Schubert, who lived a life suspended between the lyrical, romantic, charming and the dramatic, chaotic, and depressive, the string quartet offered a medium "to reconcile his essentially lyric themes with his feeling for dramatic utterance within a form that provided the possibility of extreme color contrasts," writes music historian Homer Ulrich.[9]
Schubert wrote the D minor quartet in March 1824,[10] within weeks of completing the A minor Rosamunde quartet. He apparently planned to publish a three-set volume of quartets; but the Rosamunde was published within a year, while the D minor quartet was only published in 1831, three years after Schubert's death, by Diabelli.[11] It was first played in January 1826 at the Vienna home of Karl and Franz Hacker, amateur violinists, apparently with Schubert on the viola.[12]
Listado de Temas:
Franz Schubert’s
Death and the Maiden, Quartet in D minor D 810
Keller Quartet
01 - Quartet in D minor D 810: Allegro - 17:15 min.
02 - Quartet in D minor D 810: Andante Con Moto - 13:46 min.
03 - Quartet in D minor D 810: Scherzo - Allegro Molto - 03:42 min.
04 - Quartet in D minor D 810: Presto - 09:08 min.
Wojciech Kilar's
Death and the Maiden B.S.O.
English Chamber Orchestra, Dir. Harry Rabinowitz
05 - Paulina's Vigil - 02:38 min.
06 - Paulina's Theme - 03:46 min.
07 - Paulina's Escape - 00:56 min.
08 - Roberto Trapped - 00:54 min.
09 - Paulina's Revenge - 03:31 min.
10 - Paulina In Charge - 01:11 min.
11 - Paulina's Secret - 02:44 min.
12 - Roberto's Last Chance - 03:27 min.
13 - The Confession - 04:50 min.
13 Temas - Tiempo Total: 01:07:48
flac @ 631 - 294,02 MB
E.A.C. ByNapi#18
El Cielo Y El Dedo
http://ElCieloYElDedo.blogspot.com/
Reviews:
Wojciech Kilar
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/29/actualidad/1388353964_260964.html
Wojciech Kilar, música al servicio del miedo
Fue uno de los más destacados vanguardistas musicales de Polonia y compuso bandas sonoras para películas de Coppola, Polanski, Champion y la mayoría de los grandes directores polacos
El compositor que puso música a 'Drácula' y 'El pianista'
Wojciech Kilar, compositor polaco de fama internacional por las bandas sonoras que creó para películas de Roman Polanski y Francis Ford Coppola, falleció ayer a los 81 años en su ciudad de residencia, Katowice, en el sur de Polonia. Kilar padecía un cáncer desde hacía varios años.
Kilar era uno de los más apreciados y premiados compositores polacos contemporáneos. A lo largo de su medio siglo de carrera artística fue autor de partituras de muy diversos géneros, del concierto a la sinfonía, pasando por el ballet, aunque el inconfundible estilo de las obras que compuso para el cine haya eclipsado en gran medida el resto de su obra.
Su nombre empezó a ser conocido por el público no especialista a partir de 1992, cuando Francis Ford Coppola le propuso componer la banda de su Drácula. Aquella partitura le valió el premio al mejor compositor de música cinematográfica de la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores. Parece que Coppola no le había marcado directrices demasiado precisas para la composición, y sorprendido al recibir la obra, le preguntó qué hacía falta para escribir aquella música. Kilar le replicó: “Basta con vivir en Katowice”.
Kilar nació en 1932 en lo que entonces era la capital de la Silesia polaca, Lwow, y actualmente es la ciudad ucrania de Lviv. Tras la deportación de la población polaca en 1944, la familia se estableció en Rzeszow, donde el joven Kilar, estudiante de piano, empezó a familiarizarse con la obra de Ravel, Debussy y Zymanowski. En 1948 se instaló en Katowice, donde fijaría su residencia y donde entre 1955 y 1958 amplió sus estudios de piano y composición con Boleslaw Woytowicz, que le marcó profundamente. De aquella época data también su primera obra publicada, Mala uwertura [Pequeña obertura] (1955).
Tras concluir su formación con Woytowicz, entre 1959 y 1960 ese periodo tomó lecciones de la maestra de compositores Nadia Boulanger en París. Empezó su carrera musical como un versátil compositor neoclasicista, tan hábil en la escritura polifónica que había estudiado con Woytowicz como en las complejidades de la sinfonía concertante, pero a partir de 1962 empezó a interesarse por las técnicas más innovadoras (Riff 62) y la música vocal (Diphthongos, de 1964 y Upstairs/downstairs, de 1971). Su producción de aquella época, que una crítica calificó de “constructivismo sonorista”, estableció su reputación como uno de los principales músicos de vanguardia de Polonia. En ese periodo compuso también un ballet inspirado en la obra de Poe, Maska czarnej smierci [La máscara de la muerte negra] (1961).
Sin embargo, en los setenta simplificó su estilo compositivo y empezó a escribir obras inspiradas en el folklore (Krzesany, Siwa mgla, Orawa) que se incorporaron a los repertorios internacionales y con los que cosechó un éxito apreciable. También empezó a crear música sacra (Bogurodzica [La madre de Dios], Angelus o Victoria).
Desde finales de los años cincuenta Kilar empezó a componer partituras para el cine. Arrendaba su talento a lo que consideraba “la forma artística contemporánea más común” en atención a tres criterios, por este orden: la reputación del director, el salario y el guion. Con arreglo a ellos, trabajó para directores polacos de la talla de Andrzej Wajda, Krzysztof Kieslowski o Krzysztof Zanussi, que rodó una película biográfica sobre el músico. Pero tras el filón de la banda sonora de Drácula, cuyos temas se cuentan entre los más citados musicalmente en otras películas, sus características progresiones de bajos y violonchelos se incorporaron también a filmes como La novena puerta (1994), la multipremiada El pianista (1999) y La muerte y la doncella, (2002), de Polanski; Retrato de una dama, (1996) de Jane Champion; o La lista de Schindler, que utilizó en su tráiler un tema de Kilar, Éxodo. También firmó la partitura de La noche es nuestra (2007), de James Gray.
http://www.rtve.es/noticias/20131229/muere-compositor-polaco-wojciech-kilar-autor-banda-sonora-pianista/835341.shtml
Muere el compositor polaco Wojciech Kilar, autor de la banda sonora de 'El pianista'
Ha muerto en Katowice a los 81 años tras una larga enfermedad
Participó en más de 160 filmes, incluyendo Dracula de Bram Stoker
Una imagen del compositor fallecido tomada en octubre de 2009.EFE/EPA/TOMASZ GZELL POLAND OUT
EFE 29.12.2013
El compositor polaco Wojciech Kilar, autor de bandas sonoras de películas como El pianista del director Roman Polanski o Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola, ha fallecido este domingo en Katowice (sur de Polonia) a los 81 años tras una larga enfermedad, informó la agencia de noticias polaca PAP.
Kilar, que participó en la música de más de 160 filmes, se hizo mundialmente famoso al participar en la película "El pianista" firmada por su compatriota Polanski, lo que le valió en 2002 de un premio César a la mejor composición, otorgado por la Academia de Cine francés.
Otras películas importantes para las que escribió la banda sonora fueron La muerte y la doncella también de Polanski o Retrato de una dama, de la cineasta Jane Campion.
El músico nació el 17 de julio de 1932 en Lemberg, localidad actualmente perteneciente a Ucrania pero que estuvo bajo dominio polaco hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939.
Kilar comenzó su formación musical en la Academia de Cracovia (sur de Polonia) antes de perfeccionar su educación en París donde estudió composición con la compositora y pianista Nadia Boulanger.
Posteriormente se encuadraría dentro de los movimiento artísticos vanguardistas, participando en 1957 en los Curso de Verano para una Música Nueva en Darmstadt (oeste de Alemania).
Finalmente se dedicó a la composición de obras para orquestas entre las que se cuenta su Sinfonía de Septiembre finalizada en 2003 en recuerdo de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre.
En mayo de 2012 Kilar recibió la Orden del Águila Blanca, el reconocimiento más alto que puede otorgar el estado polaco.
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