Larry Coryell & Emily Remler ¬ Together. 1985
7 Temas ¬ Tiempo Total 00:45:15
@ 683 ¬ 194,72 MB
Grabado directo digital a corte en Agosto de 1985 en Coast Records, San Francisco, CA, por Jim Hilson y Phil Edwards
Master de George Horn
Productor, Carl E. Jefferson
Dirección Artística, Tom Burgess
Fotografía de David Fischer
Notas de contraportada de Neil Tesser
Intérpretes
Larry Coryell, guitarra eléctrica (Gibson Super 400 circa 1967) y guitarra acústica (Ovation Adamas)
Emily Remler, guitarra eléctrica (Borys)) y guitarra acústica (Ovation Adamas)
Listado de Temas:
01 - Arubian Nights ¬ 05:56 min.
Composición de Larry Coryell
02 - Joy Spring ¬ 05:50 min.
Composición de Clifford Brown
03 - I'll Wind ¬ 06:33 min.
Composición de Harold Arlen, Ted Koehler
04 - How My Heart Sings ¬ 05:49 min.
Composición de Earl Zindars
05 - Six Beats, Six Strings ¬ 07:03 min.
Composición de Larry Coryell
06 - Gerri's Blues ¬ 05:34 min.
Composición de Pat Martino
07 - How Insensitive ¬ 08:30 min.
Composición de Antonio Carlos Jobim, Norman Gimbel
7 Temas. Tiempo Total 00:45:15
flac ¬ 683 ¬ 194,72 MB
Publicado por PepeJazzy
JazzSoloOConLeche.Blogspot.Com
el lunes, 3 de abril de 2017, 18:00 horas
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Larry Coryell & Emily Remler, Together 1985
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Reseñas
Sello: Concord Jazz CCD-4289 / US 1985
Formato CD, Album
Género Jazz. Estilo Post Bop, Bop, Bossa Nova
Notas originales de contraportada,
por Neil Tesser. USA Today/WBEZ Radio
Compañía de dos, dos para el tango, dos de un tipo o ¡vaya par de dos! El lenguaje es en gran medida una extensión del pensamiento y la variedad de nuestras frases sobre la pareja (dos en el pasillo, cóctel para dos, té en el tú y yo) indica claramente el ensalzamiento de esta sociedad por la pareja bien emparejada.
Sin embargo, el sentimiento no suele extenderse al jazz. A lo largo de la historia, han sido las bandas las que han llamado más la atención, atrayendo la atención y sirviendo de trampolín para aquellas personas que han galvanizado la música. Y en el corazón de las bandas, desde orquestas del tamaño de Ellington hasta quintetos de bebop perfectamente escalados, y todo lo demás, se encuentra la sección rítmica, el mayor regalo del jazz para la música pop. Y es este paquete único y autónomo el corazón de la música, por lo que la mayoría de los oyentes consideran naturalmente que el trío de piano, bajo y batería es el escenario de grupo más pequeño y viable en el jazz.
Pero, como siempre, las excepciones ponen a prueba la regla, y el panorama del jazz ha brillado persistentemente con "grupos" incluso más pequeños que el trío. Louis Armstrong y Earl Hines llevaron el virtuosismo en solitario a una nueva era cuando grabaron, solo ellos dos, Weather Bird; incluso antes, Joe Venuti y Eddie Lang habían grabado impresionantes dúos de violines y guitarras, y algo más tarde, Duke Ellington y Jimmy Blanton abrieron nuevas perspectivas para el tándem piano-bajo. Más recientemente, dúos consolidados como Dwike Mitchell y Willie Ruff, el saxista Steve Lacy y el pianista Mal Waldron, y los dúos de guitarras (Barney Kessel con Herb Ellis; Jimmy Raney con su hijo Doug) se han destacado en este complicado asunto de swinguear sin un batería, solista en un centro de atención compartido.
Es demasiado pronto para decir si el dúo de Emily Remler y Larry Coryell alcanzará la estatura de estas grandes parejas, ya que la estatura se debe al menos en parte a la retrospectiva de la historia, pero es seguro sugerir que tienen las herramientas. Más importante, como revela el álbum, existe un vínculo genuino entre estos dos guitarristas bastante diferentes. Comparten una empatía, tan segura como rara, y una comprensión instintiva de este frágil formato; ambas son cualidades que marcan a esos dúos de jazz dignos de recordar. Larry Coryell ha invertido su tiempo y ha tenido el impacto correspondiente durante las dos últimas décadas del jazz. Nacido en Texas, pero criado (desde la escuela primaria) cerca de Seattle, Larry tocaba en el grupo de Gary Burton a finales de los 60. Esa fue la banda que grabó Duster, disco que puede presumir de ser la primera cita de fusión de jazz, y poco después, Coryell se convirtió en uno de los comprometidos con la fusión de alta potencia de jazz y rock. Si hubieras sugerido, a principios de los 70, que algún día sería el co-líder de un álbum a dúo de guitarras silenciosas, en un programa centrado en estándards, tus mejores amigos te hubieran sugerido amablemente la desintoxicación. Y, sin embargo, a mediados de los 70, Coryell ya se había alejado de los amplificadores de potencia de fusión, grabando con una guitarra acústica y tocando música a dúo con el guitarrista belga Philip Catherine y más tarde con el trastes estadounidense Steve Khan. No es ajeno al equilibrado toma y daca de mezclar dos guitarras.
Tampoco Emily Remler, a pesar de su relativa juventud (por ejemplo, tan solo tenía 10 años cuando Coryell y Burton estaban grabando Duster). Pero Remler ya ha realizado giras en formato de dúo con Barney Kessel, quien no es ajeno a los dúos de guitarras, además de actuar en varios contextos distintos en ella, en cuatro álbumes anteriores para Concord. De hecho, Remler ha logrado impresionar al establishment del jazz tan rápido como Coryell dejó su huella en los años sesenta. Los ochenta están llenos de guitarristas jóvenes y sólidos en el molde del mainstream (Kevin Eubanks y Bruce Forman me vienen de inmediato a la mente) pero aún así, el enfoque cuidadosamente estudiado de Remler y su amor por la melodía fina, brillan intensamente. Graduada del Berklee College of Music de Boston, ha construido su carrera con escalas en Nueva Orleans y ahora en Nueva York. Sus dos álbumes anteriores, en los que lidera un cuarteto sin piano (con trompeta), documentan su último avance musical.
No es difícil diferenciar a estos dos guitarristas, esta grabación evita la práctica habitual de colocar a cada solista en un canal estéreo independiente y, por el contrario, la mezcla de audio tiene capas más realistas, distribuidas en ambos canales, con cada solista moviéndose al frente y al centro cuando es apropiado. Remler tiene el tono completo y más redondeado que los solos de Larry al principio, en el tema de apertura, Arubian Nights, y rara vez toca una nota que esté rítmicamente fuera de lugar. Coryell, por otro lado, siempre ha mantenido un toque notable en su sonido de guitarra, en deferencia a sus raíces de rock 'n blues y, lo que es más, sus solos son rítmicamente más extravagantes, más salvajes. Escuche su segundo solo en Joy Spring, es casi peligroso, vuela por el aire como un bailarín de claqué exuberante que, de alguna manera, aterriza sobre sus pies justo antes de perder el control total.
A su manera, cada pista aquí es un libro de texto sobre cómo arreglar música para dos guitarras, sobre cómo improvisar; y en el arte del acompañamiento, ambos artistas enmascaran consistentemente la falta de una sección rítmica. Desde la elegante atemporalidad de I'll Wind hasta los sólidos cuatro tiempos de Gerri's Blues (escrito por Pat Martino para su esposa) e incluyendo las dos melodías contagiosas de Coryell, este álbum navega con seguridad por su propio poder. Los armónicos punteados son la elección perfecta para saltar ligeramente en How My Heart Sings, y observe lo sencillas que son las transiciones entre el tiempo del vals de la canción y su sección media de cuatro por cuatro.
Pero tenga en cuenta especialmente los tours-de-force, Joy Spring y How Insensitive, de Jobim. Estos son más que simples ejemplos de jams sólidas, con los acompañamientos perfectamente combinados y las polifonías brillantemente entrelazadas, pueden sostenerse integradas obras de cámara de prácticamente todas las épocas musicales. Y si el título de este álbum parece un poco vulgar, por favor reserve su juicio hasta que haya escuchado la unidad interna de estos dúos sutiles y robustos. Escuche la integridad del vínculo. Puede escuchar las diferencias, de ideación musical, de técnica estilística, de acercamiento al instrumento . . . pero no puede escuchar "las costuras". No puede encontrar la coyuntura exacta donde Emily le entrega el acompañamiento a Larry, o donde uno cambia la dirección que debe seguir el otro. "Juntos" es más que una cuestión de estar en la habitación, es estar en la misma mente y es una condición que estos dos intérpretes claramente individuales pueden lograr, aparentemente a voluntad.
Notas originales de contraportada,
Neil Tesser. USA Today/WBEZ Radio
Together, Allmusic Review
https://www.allmusic.com/album/together-mw0000649460
by Scott Yanow
Este interesante y único enfrentamiento presenta a Larry Coryell y Emily Remler en un conjunto de dúos de guitarras. Es fácil distinguir a los dos jugadores, pero sus estilos eran bastante complementarios. Los aspectos más destacados de la fecha (que tiene cuatro estándares, "Gerri's Blues" de Pat Martino y dos originales de Coryell) incluyen "Joy Spring", "How My Heart Sings" y "How Insensitive".
The Penguin Guide to Jazz
por Richard Cook y Brian Mortonos
"Together ofrece un álbum cálido y accesible que no carece de sutilezas. Recomendado".
“La muerte prematura sin sentido de Remler (por insuficiencia cardíaca mientras estaba de gira en Australia) nos privó de un talento que parecía estar a punto de lograr un gran avance. Si bien sus primeros modelos a seguir fueron conservadores en términos de su instrumento, Christian y Montgomery, específicamente, su improvisación tenaz y su afinidad con las secciones rítmicas contundentes le permitieron llevar un estilo convencional a sus límites lógicos ".
Richard Cook y Brian Morton. Penguin Guide to Jazz en CD, 6th Ed.
“Su tiempo es tan seguro, tan fluido, que es tan natural para ella como respirar. También lo es su calidez, de tono y concepción. Emily es una narradora natural que mantiene viva la línea narrativa con un sentido exacto de la dinámica y el color ".
Nat Hentoff,
Jazz critic and writer
The New Grove Dictionary of Jazz
“Emily era igualmente experta en tocar con o sin púa en estilos tan diversos como bop, jazz-rock y música latina; su interpretación incorpora pasajes fluidos de corcheas, duplicaciones en la octava a la manera de Wes Montgomery y el fraseo de blues".
Jim Ferguson,
Monday, February 26, 2018
Emily Remler: Jazz Guitarist (parte 1)
https://jazzprofiles.blogspot.com/2018/02/emily-remler-jazz-guitarist.html
Steven A. Cerra
No supe las circunstancias de la muerte de la guitarrista Emily Remler hasta que leí sobre ellas en el siguiente ensayo y entrevista escrita y dirigida por Gene Lees.
En un momento dado parecía ser un elemento fijo en la escena del jazz de la década de 1980 y lo siguiente que escuché fue que no logró salir del primer año de la siguiente década. Murió el 14 de mayo de 1990 de insuficiencia cardíaca que pudo haber sido causada por su adicción a los opiáceos. Tenía treinta y dos años.
En estos días se habla mucho de confrontar demonios, promover la autoayuda y la buena salud a través de una variedad de medios comerciales y desarrollar una mayor conciencia de sí mismo mediante una variedad de técnicas de toma de conciencia.
Cualesquiera que sean las razones del comportamiento autodestructivo de Emily y a pesar de las muchas sugerencias de lo que podría haber hecho al respecto, pensé en que era una guitarrista de Jazz y lamento que su voz se haya quedado en silencio. No todos los músicos son buenos para tocar Jazz, Emily era una que podía tocar esa música a un nivel muy alto y fue una tragedia perder esos talentos a una edad tan joven. La muerte debiera reservarse para los viejos.
El personal editorial de JazzProfiles quería recordar a Emily en estas páginas con el ensayo de Gene Lees como una forma de tributo.
Steven A. Cerra
A veces se ponía un mono en el quiosco de música, tocaba con los ojos cerrados, se balanceaba de un pie a otro con la guitarra colgada de una correa al hombro, la cara inclinada hacia arriba como si estuviera implorando a un dios desconocido que enviara sus ideas. Otras veces se sentaba en una silla con las piernas cruzadas a la manera de un sastre, pareciendo abrazar el instrumento, como una niña abrazando a una muñeca. Era improbable: blanca, de clase media, producto de la próspera zona de Englewood Cliffs en Nueva Jersey, y, antes de cumplir los treinta, una de los mejores músicos de jazz de su generación.
Si conoces su trabajo solo por sus discos en Concord, por excelente que sea, no te has encontrado con el alcance de su interpretación. Estos álbumes son de jazz moderadamente conservador y de a medio camino del jazz. Me impresionaron cuando salieron al mercado en el transcurso de los últimos siete años. Luego, el 14 de noviembre de 1987, en Pittsburgh, supe que estaba trabajando en un club allí y fui a escucharla. No estaba preparado para la fuerza de su interpretación. Era una intérprete extraordinariamente atrevida, al límite del avant-garde, y swingueaba ferozmente. También había una cualidad profundamente lírica en su interpretación. Volví a escucharla dos noches más.
El mundo del jazz es muy pequeño y había rumores sobre ella. Se supo que Emily Remler había sido víctima de lo que a menudo parecía -ya desde una época anterior a Charlie Parker- como la maldición endémica de la profesión del jazz: La Heroína. Las personas que no habían conocido a Emily Remler estaban preocupadas por las historias sobre ella. Pero ahora parecía estar en la lista bastante larga de músicos de jazz que habían superado el problema
Un matrimonio de tres años con el brillante pianista jamaicano Monty Alexander terminó en 1985. Él había tratado de ayudarla a romper su hábito, pero al final fue demasiado para él. Permanecieron cerca.
Eso es lo que estaba haciendo en Pittsburgh, resolviéndolo lejos de los lugares habituales, trabajándose los miedos y las dudas sobre sí misma que habíanpropiciado el problema. Estudió composición en la Universidad de Pittsburgh con Bob Brookmeyer y, posteriormente, con el compositor de vanguardia David Stock.
Nació en Manhattan, dijo, el 18 de septiembre de 1957, la menor de tres hermanos. Su padre comerciante de carne y su madre trabajadora social en el área psicológica, ambos nacidos en Brooklyn. Su hermana se convirtió en abogada y su hermano ingresó al servicio diplomático de Estados Unidos. Emily nunca conoció la inseguridad financiera. La leyenda del niño pobre que se abrió camino hacia la cima del jazz no carece del todo de fundamento y Louis Armstrong fue su ejemplo clásico. Pero la mayoría de los músicos de jazz, tanto blancos como negros, provienen de la cómoda clase media. Así que esa parte de su historia no es tan extraña como podría parecer.
Se interesó por la música a través del movimiento folck y luego por el rock. Lo atípico es que había ido descubriendo el jazz, y luego no solo ingresó a un campo que ha discriminado severamente a las mujeres incluso cuando sus practicantes han estado a la vanguardia de la demanda por la igualdad racial, sino que se convirtió en una de sus mayores magistrales jóvenes intérpretes.
En su libro American Women in Jazz, Sally Placksin documenta los casos de mujeres con habilidades genuinas que han sido expulsadas de la profesión, o al menos presionadas para que sigan solo como una especie de pasatiempo. Ha habido una serie de excelentes intérpretes de jazz, incluidas Melba Listen, Carol Britto, Patty Bown, Mary Lou Williams, Margie Hyams, Billie Rogers, Patrice Rushen y otras cuyos nombres se olvidaron porque sucumbieron a las presiones que les impusieron los hombres que las rodeaban y simplemente renunciaron, la hermana de Lester Young entre ellas. La guitarrista Mary Osborne me dijo que nunca había sentido que había sufrido discriminación, pero es la única mujer jazzista a la que escuché decir eso. La fina saxofonista alto Vi Redd dijo que había sufrido mucha más discriminación como mujer que como negra. Anne Patterson, que toca todos los instrumentos de viento desde el oboe para abajo, a veces toca el saxofón barítono en la banda Nat Pierce-Frank Capp Juggernaut y dirige la banda de mujeres llamada Maiden Voyage, puede contarte historias interminables de discriminación. Marian McPartland dice que cuando contrata a una mujer, como la baterista Dottie Dodgion, para su trío, los músicos masculinos no preguntan cómo toca sino cómo es.
Hace algunos años, Stan Getz interpretó a Donte's en North Hollywood. Tocando el piano en su grupo estaba Joanne Brackeen. Ella estaba en la cima de su forma esa noche. Por alguna razón, el lugar estaba lleno de pianistas. Su interpretación fue poderosa, propulsora, tremendamente inventiva, cualquier cosa menos la música deferente y delicada que se supone que producen las intérpretes de jazz. Y cada uno de esos pianistas estaba seriamente molesto por ella, genuinamente perturbado, incluidos algunos músicos de gran talento. De modo que este fenómeno es real.
Unos meses después del compromiso de Pittsburgh, Emily trabajó en Los Ángeles. Pasé una tarde con ella. Su habitación estaba en el segundo piso del motel. Debajo estaba la habitual piscina de motel rodeada por las habituales palmeras y las risas de los niños se elevaban bajo la habitual luz del sol de California. Había botellas de agua Evian en el tocador. Emily vestía pantalones negros y una blusa blanca. Se sentó con las piernas cruzadas en la cama. No era pequeña y, como señaló, tenía manos grandes. La parte trasera de ellos tenía huellas: las cicatrices dejadas por las agujas, esas líneas arrugadas que parecían pequeñas vías de ferrocarril que conocía demasiado bien al verlas en Bill Evans. Supongo que me molestaron más porque nunca los había visto en una mujer. Tenía una nariz bastante grande y no era convencionalmente bonita, pero había algo atractivo en ella. Y algo que me hizo sentir protector hacia ella. ¡Parecía tan ansiosa ese día, mirando hacia su futuro!
"Eres uno de esos intérpretes que no se detiene", le dije. "El jazz no es una música contenida. Paul Desmond pudo haber tocado con delicadeza, pero no se contuvo. Puede que Bill Evans haya tocado con gran sensibilidad, pero la sensibilidad no es una cualidad exclusivamente femenina".
Emily, que tenía una voz musical ligeramente teñida por un acento de la ciudad de Nueva York con sus "d" y "t" suavemente dentales, dijo: "Ese es un punto que iba a tocar. La música no tiene sexo. Creo que todo tienen algo que es femenino, algo que es masculino. Estoy muy confundida acerca de eso, ahora que me he abierto a tener mujeres como amigas para variar, después de pasar el rato con los chicos toda mi vida y querer ser uno de los chicos, he descubierto lo increíbles que son realmente las mujeres. Cuando veo a una mujer que es buena en lo que hace y que tiene seguridad y hace las cosas con convicción, creo que la palabra clave es "confianza", simplemente la admiro mucho. Las mujeres se inhiben como producto de la sociedad, o lo que les enseñaron sus madres, o lo que sea que fuera. Las mujeres reciben el mensaje de que se supone que deben casarse, tener hijos, esa es su función y eso es todo. Mi madre nunca me dio ese mensaje. Por el contrario siempre fue: <Lógralo> Tal vez un poco demasiado de eso, por lo que me vuelvo loca. Crecí con este pensamiento de que cualquier cosa a la que me aplicara, podría hacerla".
La esperanza de vida al nacer en la América del siglo XIX era de unos treinta y cinco años, no muy diferente de la que había sido durante el Imperio Romano. Le señalé a Emily que cuando un esposo y una esposa tenían que tener diez hijos para que dos o tres pudieran vivir hasta la edad adulta, puede haber alguna razón para la división del trabajo según criterios sexuales. Pero eso ha cambiado, y dada la creciente destrucción de nuestro frágil medio ambiente por los efluvios de nuestra propia población excesiva, gradualmente se está permitiendo a las mujeres hacer algo más que reproducirse.
"No me gusta sentarme y llorar por eso", dijo, "me gusta hacerlo. Nunca me sentí realmente amargada por el hecho de que hay tantos directores de orquesta que me han dicho cara a cara que no podían contratarme porque ser mujer, o que ha habido tantos casos en los que NO confiaban en mí musicalmente, y los bateristas que me trataron con guantes de niño porque pensaron que mi tempo no era fuerte".
"Sí, pero Emily", le dije, "de manera realista, muchos guitarristas tienen momentos inútiles".
Emily dijo: "Da la casualidad de que no lo hago. Eso es algo de lo que me gustaría hablar: lo de la contención que mencionaste. Parece que muchas mujeres no entran en el tempo, realmente lo golpean. Ese es un truco psicológico muy grande. Tienes que tener confianza para estar en ese momento. Tienes que saber dónde está. Herb Ellis me dijo una vez, 'Si no sabes, no sabes'. Se refería a alguien que no sabe que está fuera de lugar y que no sabe que no hace swing. Y ese es un tema enorme. Hay algunas personas con las que toco con las que no puedes dejar de hacer swing, es maravilloso".
Juntos
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