Glenn Gould
Glenn Gould statue in Toronto |
fue un pianista canadiense, especialmente reconocido como intérprete de la obra para teclado de Johann Sebastian Bach, así como de las obras pianísticas de Arnold Schönberg.
Glenn Herbert Gould, más conocido con el nombre de Glenn Gould (Toronto, Canadá, 25 de septiembre de 1932 - 4 de octubre de 1982 [50 años])
https://es.wikipedia.org/wiki/Glenn_Gould
Biografía
Nacido en Toronto (Ontario, Canadá) en el seno de una familia de músicos (el padre era aficionado; la madre profesional), Gould aprendió a tocar el piano con esta última, que tocaba además el órgano. Su abuelo era primo de Edvard Grieg. Fue a la escuela Royal Conservatory of Music cuando tenía diez años de edad, convirtiéndose en discípulo del pianista chileno Alberto García Guerrero.
Su primer concierto (tocó el órgano) tuvo lugar en 1945, e hizo su primera aparición con orquesta el año siguiente cuando ejecutaba el Concierto para piano nº 4 de Beethoven con la Orquesta Sinfónica de Toronto. Realizó su primera ejecución pública como pianista solo en 1947.
El 11 de enero de 1955 debutó en Nueva York (EE.UU.), con un recital de piano que tuvo lugar en el Town Hall. Al día siguiente recibió el ofrecimiento de Columbia Masterworks para grabar su álbum debut, las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach en la primera de sus versiones en estudio (realizó otra en 1981).
Diez años más tarde, Gould hizo un viaje a la Unión Soviética y fue el primer pianista canadiense en visitar ese país después de la Segunda Guerra Mundial.
Glenn Gould as a child |
El 10 de abril de 1964, tocó en público por última vez en Los Ángeles y anunció que se retiraba de los escenarios cuando era una auténtica figura internacional. La razón es que empezó a sentir hastío por la interpretación en directo y creyó que servía mejor a la música en un estudio de grabación que en la sala de conciertos. Pensaba además que la música se preservaba mejor en la intimidad.
J. S. Bach fue su gran especialidad constituyéndose sus grabaciones verdaderos puntos de referencia. Hay que tener en cuenta que Gould era muy inclinado a los aspectos contrapuntísticos y Bach le venía perfectamente a medida. Las grabaciones en vivo que efectuó de los Conciertos para piano y orquesta de Johann Sebastian Bach junto a Leonard Bernstein constituyen verdaderas joyas interpretativas. También hay que destacar sus tres registros de las Variaciones Goldberg (la grabada en el festival de Salzburgo y las dos citadas) como también el Clave Bien Temperado.
Además de las grabaciones de piano, a las que se dedicó con ahínco durante el resto de su vida, se dedicó también a la escritura y a la radio, que le apasionaba. Murió en Toronto el 4 de octubre de 1982 después de sufrir un infarto cerebral.
En 1983, el escritor austríaco Thomas Bernhard escribe El malogrado, novela que gira en torno a un pianista llamado Glenn Gould y su interpretación de las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach. En 1992, Manuel Huerga dirige el galardonado documental Les Variacions Gould, una coproducción de Ovideo TV, La Sept/Arte y TVC sobre el pianista canadiense con motivo del décimo aniversario de su muerte.
En 1993, se hizo una película sobre él titulada Thirty two short films about Glenn Gould
(Treinta y dos películas cortas sobre Glenn Gould) dirigida por François Girard y Don McKellar. (1)
En 1993, se hizo una película sobre él titulada Thirty two short films about Glenn Gould
(Treinta y dos películas cortas sobre Glenn Gould) dirigida por François Girard y Don McKellar. (1)
Glenn Gould's chair |
Balance
Muy interesado en las nuevas tecnologías, llegó a ser un gran especialista en las técnicas de grabación y fue de los primeros intérpretes clásicos en experimentar con técnicas digitales. Cada grabación la preparaba con todo detalle como una obra única, y pocas veces regrabó alguna pieza, con la notable excepción de las Variaciones Goldberg, cuya primera versión grabó en 1955, al inicio de su carrera, y la segunda en 1981, totalmente distinta, poco antes de su muerte, y empleando tecnología digital en todo el proceso. Gould publicó más de 60 discos con un repertorio que abarcó desde Bach hasta Schoenberg, desde Beethoven hasta Shostakóvich, a quien popularizó en Occidente. De Bach dejó un inigualable patrimonio de grabaciones.
Excéntrico y encantador, se presentaba a los conciertos con mitones, abrigo, bufanda independientemente del calor que hiciera, con una desvencijada silla de madera con respaldo y casi sin asiento, con las patas recortadas que hacía que le quedara la nariz a la altura del teclado. No es raro escuchar su voz cantando durante las grabaciones. Dotado naturalmente de una técnica sorprendente, sus grabaciones son un referente para todo músico. Poco más de veinte años después de su muerte, exámenes científicos le diagnosticaron el síndrome de Asperger. Muchas personas con este desorden creen que Gould lo tenía. La pequeña silla que utilizaba lo identifica fielmente y tiene un lugar de honor en una vitrina en la Biblioteca Nacional de Canadá.
Sedia di Glenn Gould, Salon du Meuble, Parigi 2007 |
Premios y homenajes
La nave Voyager 1, que despegó de la Tierra el 5 de septiembre de 1977 en búsqueda de vida extraterrestre, lleva, entre otras muestras representativas de actividad humana, una grabación del preludio y fuga número 1 del Clave bien temperado de Johann Sebastian Bach volumen II, interpretada por Glenn Gould.
Glenn Gould - 2015 - Goldberg Variations, BWV 988 - 1955 Version
GG.G.55.15.[M.428401-B.G.V.FL.rar - 359,69 Mb
GG.G.55.15.[M.428401-B.G.V.FL_1PocodMusica.rar (2)
Recorded at Columbia's 30th Street Studio, New York
Tracks 1 to 32 June, 10, 14, 16, 1955
Tracks 33 to 38 May 1 to 8 & Sept. 22, 1959
Tracks 39 to 44 June 22, 23, 1959
Tracks 45 to 51 July 29 to 31 & August 1, 1957
Track 52 July 31, 1957
The Goldberg Variations
Minuet 428401
24-bit digitally re-mastered
Listado de Temas:
1 1-32 Aria with 30 Variations "Golgberg Variations" BWV 988. 38:37
Bonus Tracks:
2 # 33-38 Partita No.1 in B-Flat major, BWV 825. 11:33
3 # 39-44 Partita No.2 in C minor, BWV 826. 15:21
4 # 45-51 Partita No. 5 In G Major, BWV 829. 9:57
5 # 52 Fugue No. 14 in F-Sharp Minor BWV 883. 3:19
52 tracks total playing time 78:56
Canadian pianist Glenn Gould (1932 - 1982) became one of the bestknown and most celebrated classical pianists of the 20th century. He was particularly renowned as an interpreter of the keyboard music of Johann Sebastian Bach. Gould’s playing was distinguished by his remarkable technical proficiency and his capacity to articulate the polyphonic texture of Bach’s music. This release presents Gould’s complete original 1955 rendition of Bach’s Goldberg Variations (Columbia, ML-5060). To the legendary performances contained on the original album, there are additional Gould versions of three partitas and one fugue by the great baroque German composer.
J. S. Bach-14 Goldberg.Variations HQ.Audio
J. S. Bach-Keyboard.Concert.N.1.In.D.Minor.USA.TV
Photos
Media in category "Glenn Gould"
1993-Thirty.Two.Short.Films.About.Glenn.Gould.avi
and
2017 - El joven Glenn Gould - Radio Clásica.
(RTVE.RNE) Sinfonía de la mañana
(RTVE.RNE) Sinfonía de la mañana
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Integrale delle registrazioni bachiane - Glenn Gould
Incluye
"Concertos for Keyboard & Strings
English Suites
French Suites
Goldberg Variations (1955)
Goldberg Variations (1981)
Italian concerto (except the transcribed ones)
Partitas, Preludes, Fugues & Fughettas
Sonatas for Violin, Viola da Gamba & Keyboard
Toccatas & Inventions
*
Anexo y Postdata:
Glenn Gould. No, no soy en absoluto un excéntrico ÁLVARO GUIBERT
http://www.elcultural.com/revista/letras/Glenn-Gould-No-no-soy-en-absoluto-un-excentrico/39362Edición de Bruno Monaingeont. Traducción de Jorge Fernández Guerra.
Acantilado. Barcelona, 2017. 280 páginas. 20€, Ebook: 9,99€
ÁLVARO GUIBERT | 17/03/2017 | Edición impresa
A los 75 años del nacimiento en Ontario de Glenn Gould (1932-1982), pianista único, artista legendario, se presenta la versión española de No, no soy en absoluto un excéntrico, el tercero de los cuatro libros que Bruno Monsaingeon (París, 1943) le dedicó.
La excentricidad. No hay manera de hablar de Gould sin que aparezca en las primeras frases esa palabreja. Ni siquiera Monsaingeon, su amigo y admirador, evangelista confeso del culto gouldiano, es capaz de orillar el asunto, cuando de ninguna manera es lo importante. Es verdad que Gould era maniático y misántropo, igual que muchos artistas y a diferencia de otros tantos. Pero la mayor parte de las que se consideran excentricidades suyas no son tales, sino prácticas derivadas de su particular concepción del oficio de músico.
El libro da cuenta de ellas en detalle. Gould canturreaba al tocar (como tantísimos pianistas y directores), cancelaba conciertos cuando no se encontraba en perfectas condiciones (como Richter, Zimerman, Pires... o nuestra Berganza) y se abrigaba más que el resto de la gente. Llevaba siempre guantes y sumergía las manos en agua caliente antes de salir a tocar. No parece de extrañar en un canadiense friolero que se ganaba la vida con el movimiento preciso de los dedos.
Viajaba siempre con su propia silla, que montaba y desmontaba él mismo antes de cada concierto. Esto sí que suena raro, es verdad, pero lo extraordinario no es tanto la silla, un taburetito con respaldo, como su razón de ser, que es puramente musical: el artilugio le permitía sentarse veintitantos centímetros más abajo que los demás pianistas, con el teclado a la altura de la nuez, las rodillas apelotonadas sobre el pedal y las manos atacando las teclas desde abajo.Glenn Gould no huyó del escenario por pánico escénico, sino por rechazo al concierto como ritual
Esa postura, que “recuerda la de un jorobado”, como dice el propio Gould, impide el ataque de brazo, el de antebrazo e incluso el de muñeca. Desde ahí abajo solo se pueden atacar las teclas con los dedos. Así es imposible tocar fortísimo -¡adiós a Liszt!- pero se abren inauditas oportunidades de articulación de la frase y de definición del sonido y se pueden alcanzar nuevos máximos de claridad, limpieza y riqueza de voces interiores. Es el piano como sede idónea del pensamiento musical polifónico: Bach, último Beethoven, Schönberg, Webern... Ante esta decisión estética radical, revolucionaria en su momento, ¿cómo podemos quedarnos en la gracieta de la silla? Excéntrico, no: ¡centradísimo! Gould centró su vida en un concepción de la música que le llevó a sentarse así y “evitar casi por completo el uso del pedal y de los contrastes dinámicos”, dos cosas que se asimilan a la forma romántica de tocar.
Gould fue, efectivamente, un músico moderno, antirromántico, pero de un manera muy distinta a la de Harnoncourt, su coetáneo, sobre todo por la relación que establecían uno y otro con la obra. La de Harnoncourt era de diálogo; la de Gould, de identificación amorosa planteada desde la independencia, como la del pintor con la modelo. “La partitura posa para Gould”, dice Monsaingeon en una frase feliz. Este pianista se considera libre de mirar como quiera al compositor y a su obra. Nada le obliga. Lo único exigible, lo que de verdad justifica para Gould el trabajo del intérprete, es la coherencia interna de su interpretación. Más que la modelo, la partitura parece así el barro con el que el creador Gould moldea adanes, un ejercicio que cobra sentido únicamente si el tal Adán resulta ser capaz de sostenerse en pie.
Gould odiaba el concierto. Prefería mil veces la grabación, tanto para hacer música como para oírla. Le llevaba a ello su temperamento (únicamente estaba a gusto en soledad), pero también su estética. “La música debe escucharse en privado. Debe llevar al público y al intérprete a un estado de contemplación” que requiere intimidad. Por eso, Gould diseñó y vivió su carrera como un viaje hacia la soledad creativa que Monsaingeon caracteriza así: unos pocos años de concertista, solo los imprescindibles para conseguir la independencia financiera, seguidos de un cuarto de siglo de reclusión productiva en su propio estudio de grabación. El resultado: discos, escritos, programas de radio, y, finalmente, la escucha interior y el silencio.
Los espectadores le parecían una colección de bárbaros, inmunes a los peligros de lo que sucede en el escenario
No cabe decir que fuera un camino ascético, de renuncia, porque él siguió su propia inclinación. Las glorias mundanas no le causaban más que disgusto. Quiso llevar una existencia secreta, como la de Howard Hugues, y lo hizo. Por eso, como se dice en el libro, la suya no es una historia triste. No huyó del escenario por pánico escénico, sino por rechazo al concierto como ritual. Los espectadores le parecían una colección de bárbaros confortablemente sentados para contemplar una hazaña atlética, inmunes a los peligros de lo que está sucediendo en el escenario, que es... una historia de amor: “el intento del intérprete por alcanzar una poderosa identificación con la música que toca”. Monsaingeon describe este desprecio como “deliciosamente totalitario”. A mí, la actitud de Gould me recuerda, más bien, a lo que Fernando Fernán Gómez contaba de Gracita Morales. Antes de cada representación, ella miraba por un agujerito del telón de boca y decía con su agudísima voz: “¡Ya están ahí esos hijos de puta!”
Quizá no haya ascesis, pero sí se puede hablar de misticismo. Glenn Gould no buscaba la comunicación efímera de una emoción, sino “la construcción progresiva, en el transcurso de una vida entera, de un estado de asombro y de serenidad”. Monsaingeon señala que Gould supera el principio romántico de conflicto. Lo mismo hacían los místicos al sublimar por elevación las contradicciones tipo “muero porque no muero”.
A fuerza de articulación y transparencia, Gould salta por encima del drama de los contrastes para alcanzar el universo trascendente, multidimensional, abierto, perpetuamente inacabado, de la polifonía. No es de extrañar que, desde su primera grabación de las Variaciones Goldberg, se haya abierto hueco en la opinón pública (¡entre excentricidad y excentricidad!) la identificación Gould=Bach.
Todas estas cuestiones se tratan en la larga presentación de Bruno Monsaigneon y en las entrevistas que constituyen el grueso del libro. Monasigneon, el campeón de la divulgación, el cineasta que ha filmado la epopeya de la interpretación musical del siglo XX (Menuhin, Richter, Rostropovich, Roshdestvensky, Fischer-Dieskau, el propio Gould), dedica además unas páginas al “montaje” de una videoconferencia imaginaria con el pianista y diez periodistas. No veo la necesidad. El libro empieza con el relato de la epifanía de Gould que vivió el autor, siendo jovencísimo, en una tienda de discos de Moscú. La traducción de Jorge Fernández Guerra es magnífica: precisa, informada y suave, sin restos del idioma original.
@GuibertAlvaro
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